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Las últimas dos semanas en Ecuador han estado marcadas por un nivel considerable de protesta social en respuesta a las medidas económicas propuestas para quitar subsidios al petróleo, que habían existido hace mucho tiempo, y también marcadas por la represión del Estado. Al empezar el proceso de quitar los subsidios, grupos indígenas empezaron a marchar hacia Quito en una respuesta unificada hacia las medidas, y terminaron en marchas masivas de protesta en la capital. El Estado ecuatoriano respondió rápidamente declarando estado de emergencia, toque de queda y el envío de tropas de la policía nacional y del ejército para controlar las protestas.

La Iglesia Menonita en Quito, cuyos miembros en su mayoría no pudieron reunirse por causa del toque de queda, se sintió perturbada por la respuesta del gobierno a las protestas.  Querían hablar abierta y públicamente como iglesia, pero encontraron que pocas iglesias lo estaban haciendo. Les inspiraron los jesuitas, quienes tomaron una posición firme y temprana; y encontraron puntos en común con otros grupos evangélicos quienes pedían oración.  Los menonitas también estaban orando, pero querían además hablar públicamente desde su posición como iglesia de paz.  En consultas por WhatsApp, elaboraron el siguiente comunicado y lo enviaron a sus socios fraternales en Ecuador y en el exterior.

Al principio de esta semana, el gobierno revocó las medidas sobre los subsidios después de negociaciones con líderes indígenas. Aunque se ha reducido la medida de estado de emergencia y toque de queda, mucho está por verse. La Iglesia Menonita de Quito espera que este comunicado pueda seguir dando un mensaje para la paz en medio de un futuro incierto. El Comité Central Menonita acompaña y apoya a la Iglesia Menonita de Quito en su trabajo de servir a refugiados que llegan a Quito.

Miembrxs de la Iglesia Menonita de Quito participan en las protestas la semana pasada.

QUITO—Con preocupación y profunda tristeza estamos presenciando en el Ecuador la escalada de la represión violenta que de la fuerza pública hacia los marchantes, el irrespeto de los derechos humanos y del derecho a manifestarse. Se han violentado inclusive los lugares de paz, se ha obstaculizado el trabajo que están realizando los profesionales médicos para ayudar a los heridos, se han tendido emboscadas y se ha anunciado falsos ceses de hostilidades, para tomar a los marchantes desprevenidos y lanzar decenas de bombas lacrimógenas hasta causar asfixia, parecería que se está atacando al enemigo en una guerra fratricida, y se está perdiendo la dimensión de respeto a la vida humana.

Como Iglesia Cristiana Anabautista Menonita de Ecuador y su Proyecto con Personas refugiadas, nos solidarizamos con el pueblo migrante y refugiado pues también han sido objeto de xenofobia y discriminación, porque se ha instalado el discurso de que ellos son causantes y culpables de la crisis que este país está viviendo, cosa que no es verdad.

Nuestro más amplio respaldo a la lucha de los pueblos indígenas, nuestra solidaridad con este pueblo valiente que nos está dando ejemplo de resistencia pacífica, que arriesga hasta la vida por la justicia y la paz y el rechazo a políticas económicas neoliberales.

Hacemos un llamado urgente a las autoridades para que busquen el camino de solución pacífica de este conflicto, entendiendo que el estado de excepción, el toque de queda y la persecución, no favorecen este diálogo. No podemos contemplar indiferentes como los derechos humanos, la convivencia pacífica, la libertad de manifestarse se están vulnerando. La paz sólo será posible como un fruto de la justicia, el Ecuador no tendrá futuro si se asienta sobre una injusticia estructural, sobre la inequidad, la pobreza y la violencia.

Hacemos un llamado a las Fuerzas Armadas a la Policía Nacional, a asumir un papel activo en preservar la paz, en el marco del más amplio respeto de los derechos humanos de todos los involucrados, buscando nuevas formas de solucionar los conflictos que no atenten contra la vida y la seguridad pública.

Necesitamos mirar la vida desde los que sufren e identificarnos más con ellos, con sus gritos contra las injusticias y abusos. Como cristianos creemos en un Dios que sufre con los que sufren, que grita y protesta con las víctimas, y busca con nosotros y para nosotros la Vida. El grito de Jesús en la cruz era un grito de indignación y protesta, pero al mismo tiempo, era un grito de esperanza.

 

Iglesia Cristiana Anabautista Menonita de Ecuador

Miembrxs de la Iglesia Menonita de Quita participan en las protestas de la semana pasada.

 


Foto cabecera: Maria Helena López, misionera de la Iglesia Menonita de Colombia y la Red Menonita de Misiones, facilita actividades de integración con participantes del proyecto mientras esperan su entrevista con el ministerio con refugiados de la Iglesia Menonita de Quito

 

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