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Anna Vogt es la Analista de Contexto Regional y Apoyo a la incidencia Política. Este articulo es la introducción de una nueva serie sobre seguridad alimentaria y el cambio climático.
La lucha por la seguridad alimentaria es una lucha que requiere de solidaridad, organización y unidad, a fin de consolidar estrategias para el apoyo mutuo. Cultivar suficientes alimentos es el mayor desafío de la población campesina.
-Jean Remy Azor, coordinador del programa agroforestal de CCM en Haití.
Cuando llegué por primera vez a América Latina, asumí que todo lo que hubiera en mi plato sería picante y estaría acompañado por un arrume de tortillas frescas. Me sorprendí un poco cuando aterricé por primera vez en Bolivia, y encontré platos de arroz y cuencos de sopa de maní, sin una tortilla a la vista. En toda América Latina y el Caribe, hay una enorme diversidad de alimentos, que se sirven y se comen todos los días, desde espagueti para el desayuno en Haití, pasando por los frijoles negros en Guatemala, y llegando a un plato de tacos con salsas picantes en México.
La comida es también un conector íntimo entre la cultura y la identidad. El aroma del arroz de coco en la estufa y un burbujeo de pescado en una sartén con aceite caliente, al instante me transportan a los días que viví en la costa caribe de Colombia. Además de los olores y sabores, este plato también me recuerda las conversaciones alrededor de la mesa, la forma en que hacíamos crujir los huesos pequeños mientras planeábamos las actividades de la comunidad, o la risa junto al arroyo durante el almuerzo. La diversidad de los alimentos refleja la diversidad de formas en que las personas en toda la región LACA, y el mundo, viven, producen y comparten los alimentos que comemos todos los días.
Junto con las conexiones emocionales, los alimentos y el acceso a ellos están íntimamente conectados con el bienestar y el sustento. Sin embargo, cuando examinamos las estadísticas de la nutrición en América Latina y el Caribe (LACA), es evidente que muchas personas no están siendo alimentadas mediante la rica diversidad de alimentos que se encuentran en la región. Según el Programa Mundial de Alimentos, el 13% de los niños menores de 5 años en América Latina y el Caribe sufre de desnutrición crónica, pero la realidad es que esto varía mucho de un país a otro. En Guatemala, el 48% de los niños menores de cinco años sufren de desnutrición y en El Salvador, el 21%. En Costa Rica, sin embargo, la desnutrición afecta sólo al 6% de los niños menores de cinco años. Un promedio del 5,5% de la población, en toda la región, sufre hambrunas, pero, una vez más, con una gran diversidad, como sucede con Haití con el 53%, en comparación con Bolivia, con el 16%.
Hay muchos factores que intervienen en la creación de estas situaciones que limitan el acceso a los alimentos. Éstos son los desafíos en torno a la seguridad alimentaria en América Latina:
- Historias de conflicto que han suprimido o dañado conocimientos y tradiciones que tienen que ver con la producción de alimentos ancestrales.
- En toda la región son frecuentes los modelos económicos que favorecen el extractivismo.
- Elites ricas controlan vastas extensiones de tierra y, a menudo, recurren a la violencia para proteger sus intereses. De acuerdo con un informe reciente de Oxfam, el 1% de la población posee más tierra que el 99% restante en la región. Las 32 personas más ricas de la región tienen la misma cantidad de riqueza que la totalidad de los 300 millones de personas más pobres.
- Muchas comunidades ya están sintiendo los efectos del cambio climático y viviendo en carne propia las graves sequías y las temporadas impredecibles que hacen que el cultivo de alimentos sea muy difícil.
En Haití, las comunidades rurales que visitamos durante un reciente encuentro en torno a la seguridad alimentaria, comienzan cada reunión con una canción. Mientras suman sus manos al ritmo, el tema de su canto es acerca de la importancia de su trabajo; las letras de sus canciones proclaman que su identidad es el motor del campo, un motor que proporciona la alimentación para toda la nación. Como afirma Jean Remy Azor: “el hambre es un problema grave, ya que requiere de urgencia. Es posible esperar para recibir ropa nueva, pero no es posible esperar hasta que haya comida.” Este reconocimiento, en cuanto a la importancia vital de los productores de alimentos, es crucial para que exista una comprensión completa de la seguridad alimentaria, y también apunta a otra área que debe considerarse cuando se habla de la comida: el trabajo a nivel local que hacen las comunidades y organizaciones en toda la región de LACA.
A la luz del cambio climático, el acceso a la tierra y otros problemas graves, las comunidades, iglesias y organizaciones pequeñas se reúnen para defender, educar y participar en diferentes respuestas para cultivar y trabajar la tierra. A través de la formación de líderes de la comunidad, la reforestación, la agroecología y la diversidad de los cultivos, los y las campesinos y campesinas trabajan juntos y juntas para mejorar las condiciones de una manera que reconoce su propia dignidad como productores de la comida que todos disfrutamos.
En nuestra nueva serie de blogs, que tiene que ver en cuanto a la seguridad alimentaria y el cambio climático, queremos examinar los alimentos y la justicia, con especial atención en las conexiones desde lo local a lo global. Vamos a destacar el trabajo que se está realizando, a medida de que las comunidades pasan dificultades para adaptarse a un mundo cambiante. Parte de la adaptación es hacer preguntas y pensar en diferentes enfoques. ¿Cómo abordamos un clima cambiante? ¿Qué papel juega la incidencia política, tanto en términos de incidencia internacional, en lo que tiene que ver con el cambio climático, como en la incidencia a nivel local en torno al acceso a la tierra? ¿De qué manera los tratados de libre comercio, y las compañías multinacionales, tales como Monsanto, impactan la capacidad de las personas para sembrar y tener acceso a los alimentos? ¿Cómo se construyen relaciones entre la ciudad y el campo? ¿Cuál es el lugar de la gobernabilidad democrática dentro de estas situaciones? Y, por supuesto, ¿cómo se conectan los alimentos que comemos todos los días, tales como nuestros bananos con el desayuno o una ensalada de quinoa, con la lucha por la seguridad alimentaria sostenible en América Latina?.
Tal como Rebecca Shetler Fast reflexiona en un blog en el sitio web de Haití: “La comida es más que un medio para un fin, más que nutrición y que llenar los estómagos vacíos. La comida puede ser un símbolo de lo que somos, de dónde venimos y los valores que nos definen”. Únete a nosotros en los próximos meses a medida que exploramos las conexiones existentes entre la seguridad alimentaria y los sabores y texturas que llenan nuestros platos.