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Hace unos 300 años nació ‘El Güegüense’ en Nicaragua. Es un teatro vivo y satírico con mucha danza y música, celebrado por los nicaragüenses y honrado por la ONU (UNESCO) en su lista de “patrimonio de la humanidad”. Sus orígenes son algo poco claros; parece haber surgido de la tradición oral entre los indígenas de la zona durante la época colonial.
La historia se centra en un hombre indígena anciano, astuto, que es El Güegüense. Al principio de la historia, el Gobernador, la autoridad local española, afirma su control prohibiendo la música y el baile mientras se lamenta de no tener suficiente ropa, muebles, y tal. Culpa al Güegüense de su situación y lo convoca.
Cuando el Güegüense llega, junto con su hijo y su hijastro, se enfrenta a las diversas quejas y acusaciones del Gobernador. A veces, el Güegüense finge ignorancia, a veces se jacta y, por lo general, gira y manipula cualquier punto que pueda a su favor. A través de la distracción, el engaño y las danzas, el Güegüense convence al Gobernador de que debe desear su amistad debido a su estatus y riqueza de el Güegüense (que son mentiras). Antes de que terminen, el Güegüense incluso logra que la hija del Gobernador se case con su hijo. Y cuando el Gobernador les pide que traigan el vino para celebrarlo, el Güegüense y su hijo responden a la petición con la travesura de traer el vino de otra persona.
Nicaraguans draw various meanings out of this story. To some it is about Nicaragua’s culture of humor and resilience, finding joy or laughter even in difficult circumstances. It is also something of an origin story in the narrative of Nicaragua’s struggle against imperialism. It is a symbol of protest, a mockery of the oppressor. As the El Güegüense is acted out, there is significant use of masks. This is a symbol of its own, hiding an identity for both art and laughter, as well as safety and resistance. The symbolism of el Güegüense has shown up in the streets in times of protest during the Somoza dictatorship and again during the 2018 protests.
The primary plot or conversation in the play is between the governor and el Güegüense, but tucked into the story is also a level of conversation between the el Güegüense, his son, and his step-son. The son is on great terms with his father, consistently giving and receiving affirmation. However the relationship between el Güegüense and the step-son is a hostile one, as step-parent/step-child relationships often are in folk tales from other cultures.
This is an interesting layer in the story that is much less discussed. The conversation between el Güegüense and his stepson is full of satirical insults and manipulation, similar to the conversation with the Governor, but in this situation el Güegüense is the one with more social status. El Güegüense is at the center of the story, and maybe this is simply showing how his character interacts with everyone around him. It might also suggest that the same skill or person who challenges and takes power from an oppressor can also be abusive, transferring injustice. At all these levels, the interaction between the powerful and the powerless in the play is literally and symbolically a dance.
Tuve en mente el simbolismo de el Güegüense al leer recientemente el último libro de Malcolm Gladwell ‘Hablando con Extraños’ (¡gracias a mis suegros por el libro!). En sus libros anteriores y su podcast, he disfrutado de sus historias y su capacidad para cuestionar la historia que nos contamos a nosotros mismos. Este último libro probablemente pasó demasiado tiempo en casos criminales de alto perfil para tratar de entender las interacciones humanas ordinarias o malentendidos, pero las preguntas que estaba buscando para responder y algunas de sus observaciones todavía vale la pena considerar.
En nuestro mundo, inevitablemente interactuamos con “extraños”. Pasamos por alto la importancia de la ubicación, los contextos/fondo, y nos malemos el paso en la comunicación/gestos. Y a veces al tratar de prestar atención a un aspecto del malentendido, nos equivocamos o inadvertidamente causamos otros problemas. Con estos luchas y fracazos con la comunicación, Gladwell observa que hay una tendencia a echar la culpa al extraño.
En las historias de malentendidos que cuenta Gladwell tales como abuso policial o agresión sexual, el teatro de ‘El Güegüense’ podría sugerir que Gladwell poco enfatiza el impacto de las asimetrías de poder y las diferencias en la comunicación cultural. En muchas de estas historias parece que la persona que tiene poder proyecta su comprensión o interés sobre el otro, lo que terminó mal en estas historias. Aunque sean muy dramáticas las historias de Gladwell, “escuchar pero no entender” también es un desafío cotidiano (Marcos 4:12).
Por más que intentemos solidarizarnos con los vulnerables, como ciudadanos estadounidenses aquí en Nicaragua, seguimos siendo extranjeros. A veces asumimos erróneamente que hemos entendido a alguien o que hemos sido entendidos. Perdemos las pistas culturales o no captamos el humor que nos rodea. Mientras nos acercamos, ¿cómo evitamos convertirnos en el extranjero negativo, culpando a la cultura o a las instituciones que nos rodean que no hemos entendido completamente?
La precaución y la humildad, sugiere Gladwell, son los primeros pasos importantes para hablar con desconocidos. Hay muchos valores que podríamos añadir, incluyendo tiempo, el escucha, valor/interés, el compartir, jugar, lamentar, gracia…
Si vamos a ser parte de un proceso de mejorar nuestro mundo de desigualdad e injusticia, tenemos que trabajar en la comprensión. El Güegüense parece sugerir que necesitamos ver lo ridículo en nuestras sociedades y también cómo estamos enrededos en ellas.
A veces tenemos que pedir de nuevo (y de nuevo) para entender el chiste. Tal vez podamos reírnos juntos, y a veces significa una voluntad de reírnos también de nosotros mismos.