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En los meses que vienen, CCM LACA estará re-publicando historias del proyecto Historias de Vida, escrito por los semilleros-as del programa Semilla Bolivia. El proyecto ‘Historias de Vida es un intento de mostrar cómo la construcción reflexiva de la paz de las semilleros-as ha tomado forma en relaciones únicas con personas de las comunidades bolivianas. El abanico de personalidades tanto de los semilleros-as como de sus entrevistados muestra cómo la construcción reflexiva de la paz puede variar enormemente. La esperanza del proyecto es que del compromiso intencional entre los semilleros-as y los participantes del proyecto surja una historia más amplia de transformación mutual.
Grecia Estefanny Melendez Ramirez, de Iquitos, de la Perú y la Iglesia Cristiana Menonita de Iquitos, sirvió en Oruro, con el Centro de Desarrollo Integral (CDI) como parte del programa de Semilla II con CCM Bolivia.
Delia Cabezas nació en la ciudad de Oruro – Bolivia, es una mujer luchadora y paciente en lograr sus metas, apasionada por el servicio desde pequeña. Su vida desde la infancia ha sido muy difícil “yo no tuve una niñez plena, ni de alegría, todo ha sido trabajo – ni una juventud donde podía salir a divertirme” sin embargo, eso no ha sido un obstáculo para que ella viva en amor y brinde ayuda a otros.
Desde la muerte de su mamá le ha tocado ser valiente, empezó a trabajar desde los 9 años como niñera “desde entonces para mí, la falta de afecto en el hogar me hizo pensar en que había terminado la niñez”.
Delia aprendió desde niña la lengua de sus padres, el aymara, ella muchas veces prefiere hablar en aymara porque se siente más cómoda, “puedo entender y explicar más las cosas, también cantar en aymara es un gozo inexplicable”.
De joven amaba y le apasionaba servir en la iglesia como maestra de niños y niñas, su experiencia en el cuidado y el deseo de compartir le impulsaba a relacionarse con ellos.
Se casó a los 18 años, formó una hermosa familia con 2 hijos y 2 hijas, que hoy en día son el motor de su vida. “Al casarme me apegué mucho a mi esposo y puedo decir que empecé a tener una mejor vida, llena de plenitud, confianza, amor y la alegría me inundaba, mi esposo me ayudó mucho desde entonces”.
Cumpliendo 24 años de edad empezó a trabajar como tutora en un proyecto que inició en la Iglesia con el apoyo de una organización internacional, sin recibir ningún salario en particular se dedicó a trabajar por los niños y niñas, ella recuerda “preparaba mensajes de reflexión y ánimo para aquellos que atravesaban por situaciones como separación de sus padres”.
Después de varios años Delia dejo el proyecto para cuidar a sus hijos en casa, pero hace 2 años volvió a trabajar; esta vez en un área que también disfruta y es en la preparación de alimentos, “aprovecho el tiempo para aconsejar a los chicos mientras están en la cocina y muchas veces les cuento historias para explicar fácilmente las realidades de las familias”. Ella sigue siendo maestra de la escuela dominical en la iglesia, enseña a las personas de la tercera edad en aymara demostrando amor y pasión, habilidades que animan a otros a seguir su ejemplo. A Delia le encanta preparar pollo al horno, este plato es uno de los favoritos de todos los chicos en el proyecto, para Delia es un motivo de orgullo saber que los niños y niñas disfrutan los alimentos “especialmente cuando van corriendo a la cocina a pedir un poco más, pues eso quiere decir que el esfuerzo vale la pena, cuando los niños me dicen hermana está riquísima la comida siento que hice buen trabajo”.
Participar en el programa Semilla Bolivia de CCM me ha dado la oportunidad de ser parte del proceso en el Centro de Desarrollo Integral en Oruro, el trabajo con los niños y niñas es desafiante debido al mismo contexto en que se vive. Es increíble cómo los niños y niñas son afectados por el abandono y desintegración de la familia, la mayoría de los beneficiarios en el proyecto son de bajos recursos económicos y deben buscar la formar de sobrevivir por tal razón algunos niños y niñas ayudan a sus padres trabajando en el campo, otros cuidan a sus hermanos menores, cocinan para ellos mismos, van a la escuela solos. Los padres se dedican a la venta informal o trabajaos fuera de la ciudad, motivo por el cual no comparten mucho tiempo entre ellos.
En Semilla aprendí a poner en práctica la reflexión de cada momento vivido, y el CDI me permite pensar en las situaciones que los niños y niñas viven a diario, esto me estimula a reconocer y agradecer a Dios por todo lo que tengo y experimento junto a ellos. Delia se ha ganado mi corazón por ser una mujer trabajadora, apasionada y sobre todo siempre ha estado animándome. Ella tiene para mi palabra de ánimo “tú puedes Grecia”, “vamos a lograrlo”, “haremos lo mejor”.
Recordare las palabras de Delia quien dice “hoy puedo decir que cada esfuerzo, lágrima y prueba han valido la pena, tengo una bonita familia unida y feliz aun en medio de cualquier adversidad que se presente, estamos como una cuerda con muchos nudos presionando fuerte para resistir y seguir adelante”.