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Por Anna Vogt, CCM Colombia y Justapaz: thellamadiaries.wordpress.com
Conversaciones en Bogotá van entre emoción y preocupación. La Copa Mundial empieza hoy; esa es la primera vez en 16 años que Colombia jugará y camisas y álbumes están de venta en cada esquina en la calle. Estamos armando un televisor en la oficina y planeando reuniones arreadores de los partidos. El primer partido de Colombia es el sábado y ya hemos hecho los apuestos.
Más preocupante es la segunda vuelta el domingo; esa es la primera vez en los cincuenta años del conflicto armado en que se ve posible un acuerdo de paz entre el gobierno y las FARC. Las elecciones decidirán si los diálogos seguirán, como es la postura del presidente Juan Manuel Santos, o si Colombia vivirá un retorno de la política de seguridad democrática, ósea “ganar” el conflicto usando solamente la fuerza armado, como es la postura de Oscar Iván Zuluaga. Volantes llenan las calles y los dos candidatos se gritan en programas públicos.
En las encuestas, los dos candidatos son casi iguales y muchas organizaciones están legítimamente preocupadas por el retorno a las políticas de solamente conflicto, incluyendo las tácticas de guerra sucia que eran comunes durante los años de Uribe. Al mismo tiempo, las políticas económicas del Santo han dado lugar a la marginación del sector campesino y muchos consideran que el país está siendo vendido a corporaciones multinacionales. Violaciones de los derechos humanos también han continuado. La mayoría de la población esta tan frustrada por la falta de opciones y debate público que no votarán en estas elecciones muy importantes.
Sin embargo, es ahora cuando las acciones de los y las ciudadanos/as son más necesarias para crear un cambio duradero en el medio de la retórica. Jenny Neme, directora de Justapaz, expresa bien los retos y las posibilidades que este período de tiempo tiene para los colombianos en su editorial de nuestro programa radial.
La actual dinámica electoral ha generado grandes desencantos en la ciudadanía colombiana. La primera vuelta de las elecciones a la presidencia y sus resultados muestran un panorama incierto que va a resolverse el próximo 15 de junio en una segunda vuelta electoral. Y el desencanto no solo tiene que ver con la forma cómo se han desarrollado las campañas: escasas de propuestas, falta de debate y una guerra sucia entre los candidatos con mayores opciones de ganar. También tiene que ver con una gran incertidumbre sobre el futuro mismo de Colombia y la posibilidad de una transformación real hacia escenarios de paz y reconciliación.
Está colgando de un hilo lo que hoy estamos considerando una oportunidad histórica de terminar con un conflicto armado de larga duración y que se ha enraizado en todas las dinámicas sociales, económicas y políticas del país. Hoy difícilmente cualquier colombiano puede decir que conoce lo que es vivir en paz, somos generaciones que hemos sido obligadas a vivir en contextos de guerra y no conocemos algo diferente. Pero eso no quiere decir que no anhelemos la paz. Desde hace décadas, movimientos sociales y personas del común soñamos y reclamamos la paz.
En la campaña para la segunda vuelta a las elecciones presidenciales que se ha gestado desde el pasado 25 de mayo, el tema que ha definido la controversia entre los dos candidatos, -no el debate- ha sido el tema de la paz. Una tendencia tiene que ver con dar continuidad al proceso de negociación entre el gobierno y las farc y ahora la iniciación del proceso con el ELN en donde la refrendación y la implementación requerirá de una alta participación de la ciudadanía desde los territorios y la creación de las condiciones hacia una reconciliación nacional reivindicando los derechos de las víctimas. Por otro lado está la tendencia de invalidar el actual proceso entre el gobierno y las farc y no reconocer los avances en la construcción de acuerdos y por el contrario considerar nuevamente la estrategia de fortalecimiento militar para combatir el terrorismo.
Estas dos tendencias tan distintas tienen polarizados a los votantes. A esto se suma el gran escepticismo que tiene la ciudadanía frente a la continuidad de la politiquería, la corrupción, el clientelismo y que desaniman a las personas a salir a votar, pues se mantiene la idea que estas prácticas continuarán.
No es fácil el momento que vive Colombia. A pesar de la alta polarización es necesario animarnos a salir a votar el próximo domingo. Quizá a diferencia de otras épocas, éste es un momento histórico que puede abrir o cerrar puertas a las transformaciones que se pueden generar en el país en el futuro próximo.
Sea cual fuere el candidato que llegue a la presidencia, como ciudadanos no podemos seguir permitiendo que la paz sea un tema coyuntural o quede al vaivén de las contiendas electorales o a la voluntad de un gobernante. La Paz debe constituirse como una política de Estado que sea asumida por los gobiernos de turno. Por otro lado, la cultura política de nuestro país debe cambiar. Como ciudadanos debemos repensar nuestras prácticas políticas y a través de una ciudadanía activa encontrar valor a nuestras acciones como acudir a las urnas y votar, pero también hacer vigilancia a las promesas de los candidatos, y hacer exigibles las reformas y pasos necesarios para avanzar hacia la transformación de nuestro país.”
Como dice Jenny, pase lo que pase en las elecciones, son los y las colombianos/as quienes deben y seguirán trabajando por el cambio en su país. La increíble pasión de los colombianos para el fútbol demuestra la cantidad de dedicación que tienen para su país. Se necesita la energía de todos y todas para que la paz se convierta en una parte normal y duradera de la vida cotidiana, incluyendo la política. El trabajo de Justapaz y otras organizaciones sociales para cambiar esta cultura política y la imaginación continuará el lunes, sea cual fuere el presidente. Con descansos para ver los partidos de fútbol, por supuesto.
Para escuchar el programa: