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Por Anna Vogt, CCM Colombia y Justapaz
Hace tres años y una vida completa atrás, viví en Ottawa, la capital de Canadá. En enero de este año, tuve la oportunidad de volver y conectar con la oficina de Comité Central Menonita (CCM) en Ottawa.
Siempre es bueno tener algo de perspectiva; de tener la oportunidad de salir del contexto de la vida normal y mirar lo que se hace con ojos nuevos. Para mí, la visita a Ottawa me hizo enfrentar otra vez el reto de analizar mi papel, como una canadiense, trabajando en la construcción de paz en Colombia. Tengo habilidades pero hay muchos colombianos y colombianas que tienen las mismas, y aún mejores, capacidades que las mías. A pesar de la oportunidad de aprender ¿que traigo yo a esta posición? Esta pregunta es más profunda que simplemente una reflexión o actitud personal.
Durante mi tiempo en Ottawa, tuve la oportunidad de hablar con los alumnos del Centre de Liderazgo Laurentiano, donde estudié hace tres años. Hablé sobre otras perspectivas e ideas del liderazgo, partiendo de mi tiempo en Colombia. Por ejemplo, en lugares como las comunidades colombianas la mejor manera de trabajar no es liderar sino acompañar; el liderazgo no es tanto el hecho de estar encargado como tener la voluntad de aprender y apoyar a los verdaderos líderes comunitarios, con una reconocimiento de las dinámicas de poder y privilegio. Nuestras relaciones internacionales también deberían reflejar ese principio.
Como canadienses, muchas veces nos auto-denominamos líderes globales. ¿Pero, que significaría si actualmente estuvimos escuchando y acompañando al resto del mundo, no solamente a nuestros amigos en el G8 pero a los países, como Colombia, donde nuestras políticas tienen un impacto negativo? Es importante no liderar pero aprender, de no estar tan preocupados por el poder que nos olvidamos examinar las injusticias estructurales y nuestros roles dentro de estas estructuras.
En vez de vernos como líderes globales en la construcción de paz (tanto en términos de fuerzas de mantenimiento de la paz y una política de diplomacia que hubo en el pasado como la paradigma de hoy de la protección de la seguridad global), tenemos que examinar cómo nuestras políticas contribuyen a la violencia y el desorden que estamos tratando de controlar. Por ejemplo, en las áreas donde hay la presencia de empresas mineras de Canadá, la violencia y la violación de los derechos humanos suben.
Entonces, parte de como veo mi rol en Colombia es estar en diálogo y comunicación abierta con canadienses como una canadiense. Tuve la oportunidad de hacer exactamente eso en enero cuando, junto con Jenn Wiebe de la oficina de CCM Ottawa, visitamos al Departamento de Relaciones Exteriores, Comercio y Desarrollo y nos reunimos con los funcionarios de gobierno de Canadá que trabajan sobre Colombia. Era una oportunidad grande, no para la humillación pública y la ira, sino para la construcción de una relación basado en el trabajo de Justapaz y CCM Colombia.
Canadá firmo el TLC con Colombia hace 3 años con el compromiso de hacer un informe anual sobre los impactos del TLC en derechos humanos colombianos. Sin embargo, después de haber hecho este compromiso, Canadá ha tenido problemas cumpliendo con su responsabilidad. Justapaz documenta violaciones de derechos humanos causados por el conflicto armando y tiene una gran red de líderes con acceso a información que pueda ser útil. Como una canadiense puedo ayudar, o por lo menos, ofrecer a facilitar estas relaciones.
Incidencia política, tanto internacional como local, es importante porque nos recuerda que sí tenemos las habilidades para hacer cambios y cultivar relaciones. Muchos de los problemas enfrentando Canadá y Colombia son estructurales; cada estructura está llena de gente. Mientras dialogamos con esta gente tenemos la oportunidad de presentar nuevas ideas y la realidad de lo que está pasando en el campo, apoyando a la incidencia local en Colombia y usando nuestras conexiones internacionales.
El asunto, por supuesto, va mucho más allá de solamente la minería o el comercio, sino que va directamente en la forma de cómo vemos al otro y a nosotros mismos. ¿Trabajo en Colombia porque veo que los colombianos tienen una necesidad grande de mi presencia para llenar un rol que ellos no puedan hacer? ¿Cómo país, vemos a otros países y nuestras relaciones con ellos como un lugar para mejorar nuestra economía o salvarlos de sí mismos?
¿O estamos involucrados en la transformación y el apoyo mutuo mientras vivimos y examinamos las realidades, tanto las positivas como las negativas, de un mundo globalizado?