This post is also available in: Inglés

Este artículo es parte de una serie que trata sobre el racismo en Colombia. Leer más aquí.

En la actualidad se tiene la idea o la sensación de que el mundo ha evolucionado y estamos cada vez más a la vanguardia en comparación a tiempos pasados, pero, ¿qué tan cierto y verídico es todo esto en medio de una sociedad de consumo y de desarrollo moderno? Desde tiempos coloniales la humanidad ha tenido manifestaciones de desprecio y desagravio en cuanto a lo que es diferente y lo nuevo que va en contra de una definición de desarrollo enfocada en el consumo y la superioridad.


Jhon Fredy Chocue Parra, semilla 5 Costa Caribe. Foto tomada en el Tabor, la Cumbre Valle del Cauca.

Es el caso de las comunidades indígenas, a pesar de que en tiempos coloniales se tenían a estos en un estatus un poco mayor a los negros traídos en condición de esclavitud, no fueron para nada ajenos a las barbaries y al exterminio como lo cuenta la historia del continente americano. Hoy en día también hay muerte y exterminio en nombre del desarrollo y de la democracia como en los tiempos coloniales, pero ésta vez, es hacia los líderes indígenas y campesinos, haciendo visible los agravios y persecución hacia ellos y también hacia los afrodescendientes (las minorías) en las que el racismo y estigmatización se hacen sentir con fuerza como en dicha época de reyes y navegantes europeos que inculcaron a la fuerza sus valores a “salvajes e incivilizados”. La homogenización de los países latinoamericanos hacia los pilares de la explotación de recursos para nutrir un sistema capitalista y de consumo hace ver a las comunidades indígenas como enemigos de dicho desarrollo y por ende se encasillan como los nuevos “salvajes” de este siglo, desechando o poniendo en poco valor sus tradiciones, creencias, cultura, costumbres y su cosmovisión de la vida.

Ejemplo actual y no muy ajeno al diario vivir es cuando damos por entendido de que ser indígena es una condición mala y no agradable, el acto de menospreciar en nuestro lenguaje está tan arraigado que se usan frases tales como “este indio”, haciendo referencia a la falta de inteligencia o razón, dando a entender de que dichas expresiones son afirmativas para describir dichas comunidades. Esto en las grandes ciudades genera a los indígenas ambientes donde la falta de oportunidades, la desconfianza, abusos, estigmatizaciones y demás, todas estas cosas son vividas a diario en comparación a una persona mestiza o de tez blanca y haciendo evidente el racismo hacia las minorías.

Soy descendiente de indígenas y quiero resaltar la importancia de las culturas y creencias de todas las comunidades, pues ellas hacen parte de nuestra historia, hacen parte de la identidad del país, nutren la definición de territorialidad, de territorio y también sin dejar a un lado, hacen una gran labor en cuanto al cuidado del medio ambiente y creación de Dios por medio de su cosmovisión y el respeto hacia la Pacha mama.

Según todo lo anterior el progreso de las grandes urbes es inversamente proporcional a la conservación de las culturas y tribus indígenas. Desde mi experiencia como descendiente de indígenas he podido sentir ese racismo arraigado en la sociedad cuando intenté conseguir algunos empleos en mi ciudad natal, Cali Colombia, recuerdo también mis épocas de colegio donde compañeros de clases hacían bromas con juegos de palabras con mi apellido, aunque compartíamos el mismo espacio para educarnos, el ambiente era diferente para mí y también para algunos compañeros con apellidos afrodescendientes. 


A pesar de toda esta realidad, yo sueño y confío en Dios de que toda esta lucha que se está dando en la actualidad por parte de las minorías como la lucha de los indígenas, afrodescendientes, campesinos, comunidad LGTBIQ, víctimas del conflicto armado, los que ayudan a los habitantes de calle y a los que luchan contra el maltrato animal nos lleve a tener una sociedad más equitativa, inclusiva y de respeto y amor al prójimo que es sí es el nuevo mandamiento.

¡NO AL RACISMO!


 Jhon Fredy Chocue Parra hace parte del grupo 5 del programa de Semilla ubicada en la comunidad de Pichilin en los Montes de Maria y trabaja con Sembrandopaz, socio de CCM.

Photo above: la abuela del autor, Erminia Chocue, indígena Paéz en Suárez Cauca, vereda agua negra.

Artículos relacionados