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La Asociación Nuevo Amanecer de El Salvador (ANADES), fundada entre mujeres de comunidades rurales de base hacia el final de la brutal guerra civil de El Salvador en la década de 1980, tiene una larga historia de acompañar a colectivos de mujeres en comunidades urbanas y rurales de todo el país. El personal y liderazgo en ANADES han pasado décadas perfeccionando su enfoque de desarrollo, un enfoque marcado por el compromiso con la igualdad de género, educación centrada en la mujer, desarrollo comunitario y esfuerzos de incidencia pública. La continua auto reflexión y análisis de ANADES ha generado un rico cuerpo de conocimiento y aprendizaje sobre la igualdad de género en el trabajo de desarrollo. En noviembre del año pasado, me senté con tres miembros del personal de ANADES —Ana Mirian Ayala, Nery Rivas y Gilma Escalante— para hablar sobre lo que han aprendido durante estos años de trabajo. Lo que sigue es un resumen de nuestra amplia conversación, que incluye las lecciones de ANADES sobre los componentes críticos en su trabajo para promover la igualdad de género.
La formación de ANADES entre colectivos de mujeres viudas por causa de la violencia durante la sangrienta guerra civil de El Salvador basa y ancla su trabajo con mujeres y género. Según Ayala, la visión de ANADES está determinada por el “aspecto” que tiene la justicia para estas comunidades de mujeres marginadas en El Salvador: a través de su trabajo con los colectivos, ANADES apoya a estos grupos de mujeres en su trabajo por un futuro de justicia e igualdad. Ayala, Rivas y Escalante ven esta historia compartida como una ventaja para el trabajo cotidiano de ANADES, porque hace que la igualdad de género sea una “presuposición” o un supuesto compartido para todo lo que ANADES emprende. Para Rivas, la larga y continua historia de trabajo y auto reflexión de ANADES en el área de la igualdad de género es una dimensión esencial de su identidad.
Rivas y Escalante subrayaron la necesidad práctica de la igualdad de género en el trabajo de ANADES de educación, desarrollo e incidencia pública. Si ANADES va a tener un impacto sostenible a largo plazo en las estructuras sociales, políticas y económicas que generan desigualdad, injusticia y exclusión, debe trabajar con las poblaciones más marginadas, en este caso, las mujeres. Si bien reconoce la marginación de otras poblaciones en las comunidades de El Salvador, ANADES se enfoca en promover la igualdad de género a través de los colectivos de mujeres, porque estas mujeres han enfrentado violaciones de derechos humanos y exclusión extrema debido a su género. Sin un enfoque en la igualdad de género, Rivas sostiene que, en lugar de lograr un “desarrollo inclusivo y holístico … simplemente terminamos replicando la misma estructura social, tal vez con algunos recursos más en cada nivel de la estructura pero con la misma discriminación y exclusión, quizás la gente tendría una mejor situación económica pero aun enfrentando las mismas realidades sociales”.
Si bien la historia de arraigo de ANADES en los colectivos de El Salvador es, por supuesto, particular al contexto de ese país, la experiencia de ANADES podría sugerir una lección para otras organizaciones, a saber, la importancia de desarrollar y mantener un marco narrativo o una historia que conecte las iniciativas individuales de una organización con una visión de un mundo más justo y equitativo. En lugar de ver la igualdad de género únicamente como un asunto pragmático para mejorar los resultados del proyecto, la lección de ANADES es que la igualdad de género debe ser parte de una visión y una historia que guíe a una organización, representando una filosofía coherente que fundamenta su trabajo.
El CCM apoya a ANADES de múltiples maneras, incluso mediante la colocación de jóvenes adultos de los programas del CCM Sirviendo y Aprendiendo Juntos (SALT) y la Red de Intercambio Anabautista – Menonita para Jóvenes (YAMEN) en sus guarderías en San Salvador y en la zona rural de Perquín y mediante contribuciones financieras para los programas de agroecología, juventud y salud de ANADES. Estos programas surgen de las prioridades establecidas por los colectivos de mujeres, pero también forman parte de una estrategia para abordar la igualdad de género en todas las etapas de la vida. En palabras de Ayala, el trabajo de igualdad de género requiere un compromiso con las niñas y niños en sus guarderías y con las personas participantes en los grupos de jóvenes.
Trabajar a lo largo de las etapas de la vida le permite a ANADES abordar mejor uno de los desafíos más importantes en el trabajo de igualdad de género, a saber, la distribución desigual del trabajo en la esfera doméstica. Mientras que ANADES trabaja para aumentar la participación de las mujeres en la vida social, política y económica de sus comunidades, las mujeres continúan siendo las responsables principales de las tareas de crianza y cuidado del hogar. Las mujeres que buscan involucrarse en sus comunidades agregan un “tercer turno” a su primer y segundo turno de trabajo doméstico y trabajo remunerado fuera del hogar. Ayala explicó cómo las guarderías existen para apoyar la participación de las mujeres en la vida comunitaria fuera de la esfera doméstica y cómo el personal de las guarderías trabaja incansablemente para involucrar a los padres en la crianza de sus hijos e hijas. Cuando hay recursos disponibles, los proyectos de desarrollo comunitario trabajan con los hombres para lograr la aceptación y apoyo a la participación de las mujeres en las actividades del proyecto y para involucrarlos en las conversaciones sobre la identidad masculina y el patriarcado.
El liderazgo de ANADES destacó la importancia de la incidencia pública ante los gobiernos locales y nacionales para aumentar y mejorar las disposiciones de bienestar social. Las organizaciones pequeñas sin fines de lucro como ANADES, enfatizaron, no tienen la capacidad de proporcionar programas de bienestar social de base amplia que puedan liberar a las mujeres de algunas de sus tareas domésticas y permitir una mayor participación en la vida comunitaria.
Ayala y Rivas subrayaron la importancia de que ANADES trabaje constantemente para garantizar que sus propias prácticas institucionales coincidan con su visión de la igualdad de género. Ayala notó con orgullo la representación de género que ANADES ha logrado desde el nivel de gobernanza a todos los niveles del personal: la presidencia y tesorería de la junta directiva está a cargo de mujeres, dos de los cuatro miembros restantes de la junta también son mujeres, mientras que 27 de los 39 miembros del personal de tiempo completo de ANADES son mujeres.
Provocativamente, Ayala hizo un seguimiento de esta lista de los logros de ANADES en la representación de género al afirmar que “esto no significa nada para mí si las mujeres son en sí mismas machistas”: ANADES quiere que las mujeres lideren sus esfuerzos no solo por su género, sino por su compromiso con la igualdad de género. Ayala explicó que “es importante capacitar constantemente al personal, participar en la reflexión personal y colectiva y tener políticas escritas y de cumplimiento en la organización que establezcan cuáles son las expectativas para el personal en el área de discriminación de género”. Las personas participantes del proyecto también deben conocer los códigos de conducta de ANADES para su personal y los mecanismos para presentar quejas si el personal no cumple con estas expectativas. Escalante estuvo de acuerdo en que trabajar por la igualdad de género requiere un proceso de aprendizaje constante para los miembros individuales del personal y para ANADES como organización. Rivas agregó que el desafío de trabajar por la igualdad de género de ANADES refleja el desafío más amplio de trabajar por la igualdad de género en las comunidades marginadas de El Salvador. Cuando ANADES desarrolla políticas, procedimientos, programas de desarrollo profesional y códigos de conducta relacionados con la igualdad de género, estos sirven como señales y barandillas en el camino hacia el desarrollo de una cultura organizativa que coincida con la visión de ANADES de comunidades más justas, más inclusivas y más equitativas en El Salvador.
Una lección clave de la labor de igualdad de género de ANADES que es fácil de pasar por alto es la importancia fundamental de confiar en las mujeres. Rivas lo expresa bien: “nuestro trabajo en ANADES no puede violar a una población ya violada”. Si el objetivo del trabajo de igualdad de género es crear espacios de libertad y liberación para que las mujeres alcancen sus metas generadas individual y colectivamente, los métodos utilizados para lograr esas metas deben permitir que las mujeres experimenten y practiquen ese tipo de liberación y libertad.
El liderazgo de ANADES enfatizó que el hecho de que hombres (o mujeres) de una institución externa regañen a las mujeres por su falta de participación o que las traten como niñas que necesitan iluminación debe terminar. En cambio, ANADES insiste en tratar a las mujeres que participan en sus programas como adultas que necesitan espacios para la libre expresión de sus necesidades, deseos y sueños. La cuestión no es si las mujeres tendrán éxito o fracasarán en un sentido definido, sino si a través de su trabajo de colaboración comenzarán a ejercer la libertad y experimentarán la liberación de la exclusión e injusticia que marcan sus vidas.
Una conversación de una hora no puede, por supuesto, hacer justicia a todo lo que se puede aprender de los éxitos y desafíos de la larga historia de ANADES en el trabajo de igualdad de género. Sin embargo, la conversación con el liderazgo de ANADES destacó varias lecciones potenciales de la experiencia de ANADES que pueden ser relevantes para otras formas en que el CCM y sus organizaciones asociadas trabajan por la igualdad de género en otros contextos: fundamentar los esfuerzos de igualdad de género en una historia y visión compartidas de justicia e igualdad; trabajar con mujeres en diversas etapas de la vida; abordar el impacto de la esfera doméstica en la participación más amplia de las mujeres en la sociedad; integrar los principios de igualdad de género dentro de las políticas y prácticas institucionales propias; y confiar en las ideas y capacidades de las mujeres. Tomadas en conjunto, estas lecciones de la experiencia de ANADES, le dan al CCM pistas importantes sobre cómo trabajar con nuestras organizaciones asociadas para reducir la discriminación y exclusión por motivos de género.
Jack Lesniewski es representante del CCM para Guatemala y El Salvador, junto con su esposa, Sarah. Entrevistó a tres líderes de ANADES: Ana Mirian Ayala (directora ejecutiva), Gilma Maritza Escalante (promotora social) y Nery Misael Rivas (coordinadora de participación cívica).
Foto superior: Promotora social Gilma Maritza Escalante dando una charla sobre cambio climático durante la distribución de alimentos a familias afectadas por la emergencia causada por la sequía.