Por: Jessica González, Facilitadora de PMER y PSEA en Bolivia
Decimos que el agua es vida, pero pocas veces reflexionamos sobre lo que realmente significa. En la ciudad, nuestra relación con el agua, la electricidad y la luz suele depender de nuestra capacidad de pagar por estos servicios. Sin embargo, en una reciente visita a Charagua, una comunidad guaraní en el seco Chaco boliviano, vimos cómo la realidad es distinta. Allí, el agua y la electricidad no están al alcance de la mano, y no se pueden obtener con dinero.
En Yapiroa, una comunidad guaraní donde trabajamos con uno de los proyectos de CCM y la Fundación Arakuaarenda, hemos apoyado a las familias en la creación de huertos en una de las regiones más secas del país. Aunque el paisaje es árido, en los últimos años hemos visto pequeños huertos verdes en algunas casas del proyecto, un milagro en medio de la sequía del lugar, posible solo gracias al agua, pues recientemente se ha instalado un pozo que beneficiará a la comunidad, asegurando un acceso más constante al agua para las familias. Esto les ha brindado no solo alimentos variados, sino también una renovada esperanza.
El agua, que para muchos es tan fácil de obtener con solo abrir un grifo, en lugares como este representa la diferencia entre vivir y comer. Y en un momento como el actual en Bolivia, con incendios devastadores, nos lleva a preguntar: ¿qué podemos hacer cuando este recurso vital es tan escaso y necesario?
El agua, o la lluvia, es mucho más que un recurso: es la línea entre la vida y la muerte de plantas, animales y un riesgo de salud para miles de personas. La lluvia actúa como un elemento que no solo extingue el fuego, sino que prepara el suelo para que vuelva a florecer la vida. No obstante, los incendios en Bolivia son una consecuencia de la intervención humana y no se deben solo a la falta de lluvia; también reflejan un contexto político complejo, cambio climático, conflictos de intereses y formas de producción poco sostenibles. Podemos reflexionar, qué pasa cuando dependemos únicamente de la naturaleza para resolver los problemas en este caso, esperar la lluvia para los incendios. La lluvia es crucial, pero quisiera invitar a que mientras seguimos esperando la lluvia, también pensemos más allá de ella.
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