Hoy, en el Día Internacional de la Noviolencia, concluimos nuestra serie sobre las mujeres y la construcción de paz en Guatemala. Al recordar nuestro compromiso personal con la noviolencia, hacemos memoria también de las miles de mujeres que nos han precedido y que con sus pensamientos, acciones y palabras nos dan ejemplos de cómo resistir de forma noviolenta a los sistemas y los ciclos de opresión. Lilibeth lo dijo de manera mas poetica: “…[H]ay un trabajo y fuerza abrasadora que me inspira de las mujeres, esa fuerza está acompañada con sus manos, voz y cuerpo para proteger a los otros y otras; sus ideas y su ideología sea cual sea abre espacios de conciencia y amor.”

Que no se apague nuestra voz

Por Lilibeth Guzmán Macea

He pasado varios días pensando en lo que significa ser una mujer en el contexto en el que estoy. Actualmente estoy sirviendo con el programa SEED del Comité Central Menonita en Guatemala y he visto a diferentes mujeres en su rol de mamá, sembradora, vendedora, hermana, hija, vecina, abuela, maestras y lideresas y definitivamente hay mucho por aprender de ellas.

 En esa tarea de saber lo que significa ser mujer en mi contexto, he preguntado y he observado la cotidianidad en la que como mujeres estamos y en conversaciones hemos llegado a decir,  que es  retador ser mujer porque aún hay mucho por lo cual trabajar y más en la cultura maya Ketch´i en la que estoy, sin embargo, la mujer guatemalteca está llena de colores, su raza lleva fuerza y esto es notorio en su música, comida, cultura, ceremonias, pensamiento, luchas, dolores, posición política y el trabajo de construcción de tejidos sociales justos y por supuesto las diferentes ornamentarías que las hacen únicas, pero no todo es perfecto en esta estructura, también está llena de mucha historia de lucha y sangre; por lo que ahora ser una semillera abre paso a una inculturación interesante, que muchas veces podría dejarte perplejo; porque si no tienes la capacidad de abrirte a nuevas formas de aprender de otras y otros, podrías quedar a la deriva, y con muchas posturas personales que te pueden hundir e irrespetar la tierra en dónde la historia muchas veces ha sido contada desde el privilegio de las elites, despojado los derechos y la dignidad desde el miedo y la violencia; esto no está alejada de las luchas de los diferentes países latinoamericanos.  Es por eso que escribo desde lo que veo, conozco, siento y percibo del contexto en el que estoy; pero, recuerdo también de dónde vengo y la cultura que traigo conmigo en mi mochila.

 En el marco de la conmemoración del día de la mujer, el ocho de marzo de 2024, tuve la oportunidad de presenciar en la plaza de las niñas en la ciudad de Guatemala, parte de una ceremonia maya. No es la primera vez que veo que la encargada es una mujer; muy seguramente con muchos años de experiencia y con claridad de lo que estaba haciendo. Admire su fuerza y valor de estar allí a la vista de muchos (as) que posiblemente no están de acuerdo con esto y porque también estaba haciendo incidencia frente el doloroso asesinato de 41 niñas en el Hogar Seguro Virgen La Asunción en la ciudad de Guatemala, fue así como la unión de dos fuerzas que identifican la lucha de este pueblo se mostró con esperanza, alusión de sus orígenes y el olvido del estado y sus diferentes violencias hacía a su pueblo, especialmente hacía las mujeres.

Pude observar su determinación y consejos para abrir camino a lo que sea bueno, dejar pasar de largo lo que no nos sirve y hablar de que hay esperanzas en los nuevos hombres que están aprendiendo amar la vida y todas las formas de ella. Ella cuestionaba que se siga enseñando muchas estructuras machistas tanto en niños y niñas, mencionaba que esperaba que aquellas y aquellos que también han sido oprimidos(as) por mostrarse tal y cómo son, encuentren su camino. Esta ceremonia llevada por esta mujer me hizo pensar en la capacidad y lo poderosas que somos cuando hacemos uso de la palabra e intervenimos, somos el genuino ejemplo de vida, camino, esperanza y amor que Dios puso en esta tierra, porque cuando somos capaces de romper con los miedos, las frustraciones y estructuras que denigran nuestro espíritu y cuerpo, hemos abierto camino, puertas, ventanas y aquello que no tiene esperanza no solo para una, sino para otros y otras.  Lo cierto es que compartimos la misma lucha desde muchas generaciones atrás, seguimos abrazando la vida y la esperanza para que nuestras voces puedan ser escuchadas al ritmo de la marimba.

Entonces sigo siendo un hilo en este hermoso telar que está acompañado de diferentes hilos de colores, bordados, figuras, historia y puntadas; ahora soy parte de esta ornamentaría y esto me sigue invitando a respetar la vida, las luchas y apreciar las diferencias porque hay un trabajo y fuerza abrasadora que me inspira de las mujeres, esa fuerza está acompañada con sus manos, voz y cuerpo para proteger a los otros y otras; sus ideas y su ideología sea cual sea abre espacios de conciencia y amor. Los hijos e hijas de la tierra, que nacieron con semillas llenas de esperanza estamos llamadas a seguir siendo voceras de las que aún no encuentran el camino o porque ese camino se lo han quitado.

Hoy sigo admirando las luchas de mis hermanas y recuerdo esta estrofa de la canción por parte de una guatemalteca: “La esperanza nos acompaña con ella nada nos puede detener yo de tu mano, tú de la mía, no hay nada que temer, y río y bailo, está en mis venas y libre sueño, yo pertenezco aquí”.

 ¡Que no se apague nuestra voz!

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