La resistencia sigue…

Por: Febe Madrigal

El reloj marcaba las 9:30 de la mañana cuando las semilleras nos encaminábamos a tener nuestro retiro de equipo, el primer punto en agenda era apoyar el plantón que se encontraba en la plaza la niñas, (zona 1 Guatemala); tomamos el transmetro y mientras nos dirigíamos a nuestro destino, saqué mi móvil y empecé a ver mis redes sociales, era el 8 de marzo, era normal que muchas mujeres de todas las edades compartieran publicaciones relacionadas a la fecha, no era de extrañar que muchos hombres se prestaran a felicitarnos; entre murmullo dije: ́ Aash, hoy no se felicita, no celebramos, conmemoramos,´ justo cuando iba a guardar mi móvil, decepcionada por el pequeño disgusto, leí en la publicación de alguien más, que decía ´La de al lado, no es competencia, es compañera.´  me sumergí en mis pensamientos en lo tan profundo que era este mensaje, porque desde pequeña había escuchado eso que dicen que el peor enemigo de una mujer es otra mujer, que competimos por quien se ve y viste mejor, quien es la más aplicada, inteligente y bonita. En mi caso particular no he hecho nada de estas cosas, pero lo he sufrido de parte de otras mujeres pensé, mientras miraba la vista de la capital que me permitía el pequeño recorte del marco de la ventana; una corriente de aire que entró por ahí mismo, refrescando mi cara, me hizo regresar de los pensamientos a la realidad; Era hora de bajarnos me indicó Diana, nos dirigíamos a la plaza, mientras caminábamos iba observando los diferentes vestuarios  peinados de las chicas que íbamos al mismo lugar, me llamó la atención la cantidad de mujeres de todas las edades que adornaba el lugar con sus colores morados y algunas con verde, amarillo, rojo y blanco.

La plaza de las niñas lleva este nombre en conmemoración de 41 niñas que murieron quemadas en el Hogar Seguro Virgen de Asunción en Guatemala, entre el 7 y 8 de marzo del 2017; esto ocurrió entre 2 días, pero la rabia el dolor, la impotencia durará por siempre en los corazones de quienes conocen la historia y entran en luto hasta hoy. La plaza de las niñas es un espacio donde han puesto desde velas, flores, los nombres de las niñas y sus edades, cruces, dibujos, bordados, alfombras, hacen vigilias, y pues esta vez vi que pintaron y decoraron las cruces con bordados y girasoles.

Recorrimos el lugar y noté la presencia de muchas organizaciones como la Redmutrans, y Luz Haydee, el espacio también contaba con la participación de muchas mujeres emprendedoras, había un sinfín de productos para elegir desde huipiles hasta productos de belleza o comida.

Tuvimos un espacio de almuerzo y reflexión donde compartimos diferentes experiencias vividas como mujer, donde nos cobijamos en un espacio seguro y conversamos sobre algunas cosas que seguramente no habíamos hablado antes, nos escuchamos y abrazamos con amor, para luego regresar con más fuerza al plantón para seguir apoyando la causa, al regresar a la plaza de las niñas, observamos que se estaba realizando una ceremonia maya justo en el altar que se había levantado para las niñas, donde participaron personas de diferentes redes de mujeres, y familiares de algunas niñas, como un proceso de sanación  y resistencia. Las autoridades ancestrales llevaron a cabo la ceremonia con tambor, honrando la memoria de las niñas y exigiendo justicia. A pesar de la represión y los desafíos, la lucha por mantener este espacio libre de machismo y violencia continúa.

Mientras las velas ardían y el fuego consumía todas las ofrendas presentadas al Dios creador y formador, mi interior se dolía y pensaba en sufrimiento de las niñas, en como terminó sus vidas, y como 7 años después todavía no se ha hecho justicia, mi vista se perdió en las 41 cruces que representaba las 41 niñas, pero suspiré fuerte al recordar que la número 42, la que no tiene nombre representa a todas las mujeres que han sido víctimas y que no están siendo recordadas, a todas las mujeres que todavía viven pero no han podido salir de sus espacios de dolor y violencia, a cada mujer que no ha podido contar su dolor por miedo a ser criticada y juzgada, sentí que podrías ser tú, o podría ser yo, quien estuviese en ese lugar, por todas las veces que hemos minimizado las agresiones y justificado el actuar de otras personas, por las veces que nos hemos quedado calladas en la calle, transporte público, en la noche de camino a casa, por las veces que sentimos miedo, por las veces que nos han hecho comentarios y nos han hecho sentir débil por ser mujer, por todas esas veces yo te digo mujer, no estás sola. El fuego seguía ardiendo pero ya no había nada, las ofrendas se habían consumido, están sedientos los ancestros pensé ya que en la cosmovisión maya el fuego es puente de comunicación o conexión, como un mediador entre lo material y lo trascendente.

Mi corazón se llenó de melancolía, cerré los ojos y oré a Dios por todas las luchas que en conjunto ahí se concentraban, abrí mis ojos y entré el humo que emanaba la ceremonia maya, pude escuchar a mi compañera colombiana decirme ´Qué fuertes son esas palabras que está diciendo ella´.

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